17 de enero de 2013

Te estoy mirando papá



Supongo que todos los que somos padres o madres nos damos cuenta de que nuestros hijos nos miran, nos imitan, caminan como nosotros, tienen nuestro color de ojos o nuestro sentido del humor. Eso nos hace sentir especiales, orgullosos, felices. Pero el hecho de que nuestros hijos nos miren va más allá de que se pongan nuestras zapatillas de estar en casa o repitan nuestros gestos mientras nos maquillamos o afeitamos.

Tenemos una responsabilidad. Su vida estará marcada por cómo nos comportamos, por cómo tratamos a los demás, por cómo vivimos.

En los casos en los que los padres están separados, los niños tiene dos visiones de la vida, dos formas de entender el mundo que seguramente sean distintas (por algo se separaron, no?), pero no necesariamente una debe ser buena y otra mala. Cada familia (la materna y la paterna) aportará al niño una serie de valores y principios que le serán útiles y válidos para desarrollarse como persona íntegra y feliz. No caigamos en desprestigiar al otro. Nunca lo hagamos en frente del niño.

Muchas madres, por el hecho de ostentar la custodia del menor, se creen con el derecho de juzgar la vida del padre, de hablar mal de él, de pedir dinero sin límites, de decidir sobre la vida del menor sin consultar al padre.

Aunque las consecuencias no se vean de manera inmediata ese comportamiento afectará a nuestros hijos para siempre. Y, a la larga,  les hará infelices. Su padre es su otra mitad, y le quieren.

Esta reflexión me la aplico como madre pero también como madrastra.

En mi caso, convivir con "la peque" implica muchas veces tragarme cuadradas comentarios sobre su madre, sobre lo que hace con ella, o sobre lo que ella dice sobre mí y mi familia. No puedo caer en ese juego sucio, no debo. Yo también soy un adulto en el entorno de influencia de "la peque" y por ello tengo mi parte de responsabilidad.

Os engañaría si os dijera que no me llevan los demonios en muchas situaciones (sobre todo cuando niega al padre, cuando le trata como un elemento accesorio que tan sólo paga las facturas, o cuando se mete conmigo). Hay veces que de tanto morderme la lengua me hago sangre y veces en las que mi cara y tono de voz ya dicen más de lo que yo quisiera. Aún debo pulir más mis emociones. En ello estoy.

¡No nos olvidemos que nuestros hijos nos miran!

2 comentarios:

  1. Hola!
    He descubierto tu blog hace unos días, y ya me lo he leído enterito. Está muy bien.

    Yo voy a ser una futura madrasta, eso espero... Es una historia muy larga.

    No sé si podrías dejarme tu email, me gustaría escribirte.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Hola, encantada de "conocerte", aunque sea de manera virtual!

    Bienvenida "al club de madrastras". Ya me contarás tus experiencias. Ya verás qué divertido:) No te vas a aburir:)

    Muchas gracia spor leerme. Espero que nos veamos por aquí y compartas tus vivencias.

    Te dejo un email de contacto para que me cuentes lo que quieras: demadrastrasyotroscuentos@gmail.com
    Un saludo.

    ResponderEliminar