28 de noviembre de 2012

Horror y pavor…¡la locura ya ha empezado!



Las ciudades comienzan a tamizarse de luces de colores, los anuncios de la tele se han llenado de juguetes, los supermercados de turrones y nueces. Algunos incluso ya hemos comprado lotería de Navidad y el cava de rigor. Lo irremediable está a punto de pasar: ¡¡llegan las temidas Navidades!!!

Ya sea porque hay que reunirse con la familia y comer sin parar durante días, por las colas en los centros comerciales o porque los niños están sin cole y con subidón de adrenalina,  conozco a más bien pocos que les guste la Navidad.

En casa no ponemos Belén, pero las peques ponen a los Reyes Magos (y algún angelote suelto) coronando mi amado mueble minimalista del salón (para mi dolor y ante la pasividad de mi querido esposo) y colocamos entre risas un árbol de plástico (no de lo peor que se puede encontrar) a reventar de bolas del IKEA.

Yo siempre (fiel a la tradición de mi madre) compro un par de flores de Pascua (qué sigo sin saber porque se llaman de Pascua si estamos en Navidad) y comienzo a dar color a la casa apenas entramos en noviembre.

Pero bueno, esa es la parte colorida y divertida.  A lo que voy, que me despisto.

Mi problema con las Navidades son los regalos. En casa, para ser honestos, pasamos la Navidad como si de una orgía de regalos se tratase. Como vivimos en una familia multicultural pues eso es lo que pasa. Que hay que celebrar el Papá Noel de donde nació papá, el Papá Noel en casa de los abuelos, y los Reyes Magos que marca la tradición….Así que las peques se juntan con un sin fin de paquetes de todas dimensiones llenos de juguetes llamados educativos, libros de todo tipo, un par de puzzles de un millón de piezas que acaban tirados en la alfombra del salón, y otras cosillas más o menos inútiles que sólo ocupan espacio y suelen hacer mucho ruido. Mientras, papi acaba montando y poniendo pilas a toda clase de elementos articulados.

El problema con "la peque" es doble, pues le toca orgía doble cuando va  a casa de su madre.

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo gestionar este aluvión de regalos? Nadie quiere dejar de aportar su pequeño (o gran) "detallito" a las peques…"es que ponen esa carita de ilusión…" ¿Cómo decirle a un abuelo o a un tío que no compre nada?

Yo tengo comprobado que las peques se agobian con tanto paquete, que sólo abren regalos desfrenadamente y si siquiera miran lo que hay dentro, que les entra una especie de furia que les impide concentrase en lo que tienen entre las manos.

Una opción muy socorrida es, después del subidón, ir guardando los regalos y sacándolos poco a poco a lo largo de año para que disfruten más y mejor de cada cosa. La pena es que aún tengo en el armario regalos de las Navidades pasadas que aún no hemos tenido la oportunidad de disfrutar, algunos están incluso por abrir.

Nosotros este año hemos optado por minimizar hasta el límite nuestros regalitos a las niñas, pero por otro lado ya hemos empezado a comprar para los hijos de los amigos, los sobris, los primos… Y es que contribuir a la lujuria ajena es más fácil que gestionar de manera responsable el afán consumista de los tuyos.

¿Vosotros qué hacéis? ¿Alguna buena idea para sobrellevar el tsunami de juguetes? ¿Cómo podemos evitar que los niños de padres separados amontonen juguetes iguales en casa de papá y mamá?


1 comentario:

  1. Creo que es un problema que compartimos tod@s lo que tenemos niños, así que te entiendo perfectamente! Una amiga mia siempre organiza un recolecta de juguetes usados y así consigo con mis hijos empaqueten y regalen sus cosas (las que aún están en buenas condiciones pero que ya se les ha quedado "pequeño") a otros niños que lo necesitan más y se sensibilizan un poco. Tal vez no sirva de mucho, pero es un granito de arena, no?

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