13 de noviembre de 2013

Boarding



Hace escasas horas que me ido y ya los echo de menos. Es increíble, pero es así.

Si ir al súper sin los niños es como tomarte el día libre, irte de viaje de trabajo con una maleta de mano y un libro es como estar de vacaciones.

He desayunado en el aeropuerto, mi cafelito manchado de siempre y unos donuts (porque me gustan y por eso de echar una mano a Panrico). Y ¿sabéis qué? Pues que ni he abierto el paquete. No había nadie en mi mesa peleando por el donut, ni llorando porque quiere un trozo más grande, ni zumo de naranja derramado por ahí. Mi desayuno ha sido tranquilo (esa ansiada tranquilidad que tanto añoro cuando me come la rutina loca del día a día)… tranquilo y aburrido!!!!. Aún llevo los donuts en el bolso, supongo que en algún momento me entrará la necesidad de subir mis niveles de azúcar y entones me pegaré un atracón :). 

Me río yo sola mientras espero a que embarque el vuelo. Llevo las manos metidas en los bolsillos del abrigo y toco una orquilla de Hello Kitty, una Polly Pocket descabezada, una toallita (antes húmeda) sucia y reseca y….lo que parece ser un caramelo medio chupado (ajjjj…está pegajoso!!!). En mi maleta llevo mi ordenador, un par de trajes de chaqueta y unos cuantos documentos aburridos que debería aprovechar para leer (en lugar de escribir en el blog!).

En el fondo me divierte esta combinación entre mami, madrastra y profesional. A veces parece difícil compaginarlo todo, pero si te apoya tu familia todo es posible.

Es verdad que les he dejado una nota sobre las actividades de los peques y sus rutinas que bien podría competir con la Biblia. Una nota (muy currada por cierto) que ha tenido como respuesta por parte de mi marido: “No te líes, cariño. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Qué se salten una actividad extraescolar…pues ya ves qué problema”. ¿Y por qué lo hago sabiendo que al final me van a llamar pesada?  Yo sé que estarán perfectamente sin mí. Y no lo hago porque no confíe en ellos ni porque piense que soy imprescindible, tan sólo lo hago porque es una ayuda. O eso creo. Tener las cosas organizadas hace la vida de todos más fácil.

Ya estoy llegando a mi destino y la azafata me insta amablemente a que apague el ordenador.
Estoy dispuesta a disfrutar de estos dos días de trabajo, de dos noches de hotel sin biberones de por medio y de algunas horitas de soledad. Ah! y espero aprender algo en el Congreso:)



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